La Carrera de América también es vuestra. Gracias.

Cuando cualquier espectáculo llega a su final, y más aún si es feliz, las reacciones son tremendamente encontradas, los nervios se aplacan y el riego sanguíneo vuelve a su estado natural. Los mil y un problemas, contratiempos y esquinazos, quedan para la posteridad y se olvidan. Yo haré todo lo posible por no caer en mi enorme visceralidad, -eso me dicen-, y no daré pistas, eso si, quedan escritas en el cuaderno de bitácora.Varias personas, entre ellas Rubén Díez, Juan Carlos de la Madrid, Beatriz Díaz, Yolanda Secades, Emilio Menéndez y el que suscribe, vivimos desde su gestación, hace 8 meses, este singular proyecto: La Carrera de América. Solo el título en si ya es enorme. Tiene magia, espectacularidad, huele a algo grandioso…y yo, que reconozco mi denodada inquietud por enrolarme en aventuras de difícil salida, me apasionaba la idea. Las posibilidades de llevar a efecto un musical en nuestra villa, y que conectara con la historia de Avilés, de Asturias y de gran parte de España era posible, entre otras cosas, porque a finales del S.XIX, la cornisa cantábrica era un inmenso trajin de ida y vuelta a Cuba. Un enorme tráfico comercial que convivía de forma paralela con la emigración intensiva de miles de rapacinos de todos los rincones de Asturias. Ya teníamos el argumento, y eso ya era mucho. Juan Carlos de la Madrid, nos puso sobre la pista de todos estos acontecimientos históricos, y nos los relató con tal fiabilidad, que Rubén Díez, nuestro director, compositor y padre musical de La Carrera, a medida que De la Madrid nos hablaba de aquella época, iba hilando en su cabeza las miles de notas suficientes que convertirían a La Carrera de América en el primer musical realizado en Avilés. Lo cierto es que todo el trabajo desarrollado, iba en principio encaminado a un marco meramente local. Con el transcurrir de las semanas, todas las partes nos dimos cuenta de la potencialidad que nuestra Carrera, podía tener lejos de Avilés y de Asturias. Y eso es lo que seguimos creyendo, una vez hecho el preestreno….. El reparto musical estaba claro, más que nada, porque hay una buena relación de amistad entre las partes protagonistas, y eso ayudaba a la hora del compromiso con la obra. Era y lo es ahora más, un orgullo poder contar para el primer papel con Beatriz Díaz, una allerana, que ha trabajado con nosotros desde hace 3 años en diferentes conciertos, grabaciones y espectáculos en Avilés. Ahora, en un momento importantísimo de su carrera, Beatriz nos ofreció en La Carrera una intervención tan fantástica que será difícil de olvidar. Sus recientes premios nacionales la confirman como una gran realidad. El siguiente papel protagonista fue para el barítono Enrique Sánchez Ramos, que sustituía a nuestro gran amigo Celestino Varela, que por problemas de agenda no podía estar con nosotros. Enrique es un portento de voz y profesionalidad. Se ajustó al papel con una rapidez envidiable, y lo solventó como era de esperar, por la puerta grande, arrancando aplausos en cada escena. Yolanda Secades y Emilio Menéndez, tienen tablas, y eso les hace superar cualquier problema. Cada uno en su papel, cuadraron la escena de la madre y el pretendiente, ayudados por unas composiciones y adaptaciones impresionantes de Rubén Díez. Patricia Martínez y Andrés Presumido como narradores, mantuvieron al público conectado con la situación histórica del momento, desarrollando cada uno su papel de manera distinta, a veces tierna, a veces frívola, pero en ambos casos necesaria. El Coro Avilés Musical, que se vió reforzado por un nutrido grupo de cantantes procedentes de la Polifónica de Oviedo y del Coro del Centro Asturiano de Aviles, engrandecieron el espectáculo. Cantaron, actuaron, y tengo que darles las gracias desde aquí, públicamente, por su paciencia y empeño en sus largas sesiones de ensayos. Mis otros agradecimientos son para la Orquesta Sinfónica Villa de Avilés, que debutaba así con su director Rubén Díez, de forma grandiosa, con nuestra Carrera, ahora suya también, y para Raúl Vázquez, que también debutaba en la dirección de escena. Luis Núñez y sus muchachos llevaron la luz y el sonido en un ‘a tumba abierta’, con lo que eso supone, al igual que Fernando Laarena, responsable de las imágenes.
De Rubén Díez solo puedo decir barbaridades positivas. Estamos ante un genio en ciernes, y yo me alegro de compartir estos momentos a su lado. En fin, todo un equipo, que hicisteis que La Carrera de América, ahora y para siempre, sea también vuestra.